Como sabes, me gusta hablar de la conexión de todo lo que somos y especialmente del cuerpo y las emociones.
Hoy entro en un tema que a mí me toca directamente. Y lo digo porque “todo esto” comenzó gracias a mi pelvis.
Resulta que hace ya más de diez años tuve una lumbalgia galopante y estuve varios meses en cama sin apenas poderme mover. Yo no entendía cómo ni por qué estaba literamente, de la noche a la mañana, postrada con ese dolor paralizante. Con los años y mi interés por conocerme y auto-gestionarme, pude hilar causas y acontecimientos.
Por eso hoy te quiero hablar de la pelvis y la impotencia. Porque ahora sé que la impotencia ante ciertas situaciones que llevaba tiempo sosteniendo, fue la raíz de ese movimiento de tensión, contracción y bloqueo que me paralizó.
Por esa conexión entre el equilibrio físico, emocional y mental, me gusta decir que la pelvis se siente.
Si nos observamos al caminar, al bailar o al hacer cualquier movimiento, podemos ver claramente que esta zona, la cintura pélvica, hace de apoyo y sostén (el propio nombre pelvis significa “cuenco”) que articula el movimiento entre la zona alta -columna/tronco/cabeza- y la baja -piernas/pies- del cuerpo. Además podemos apreciar cómo al mover la pelvis, indirectamente también se activa el resto del cuerpo. Así que podríamos decir que la pelvis es nuestro centro de gravedad.
Por la misma regla de tres, podemos comprender que cuando ese centro de gravedad “sufre” algún bloqueo o exceso de distensión, el resto de zonas reciben esa descompensación y lo mismo a la inversa. Para darle a la pelvis un buen soporte, es importante tener un buen enraizamiento y, para ello, necesitamos que pies y piernas nos den una base firme (en mi post anterior te hablo de ello).
Teniendo en cuenta que la pelvis es el centro de energía vital y sexual, donde se genera potencia interior y la fuerza de quién soy, ¿Qué nos cuenta una pelvis acorazada?
Esa protección es una respuesta refleja a experiencias o traumas físicos y emocionales; es decir, memorias vitales expresadas en el cuerpo. La contractura muscular busca impedir que el dolor se irradie, dejándolo así aislado en la zona; es una respuesta fisiológica, que cuando se sostiene durante más tiempo puede convertirse en una respuesta patológica (enfermedad).
LA IMPOTENCIA
Una de las emociones que más expresa el bloqueo pélvico es la impotencia, que es una emoción que inhibe y disfraza otras como la ansiedad, la angustia, la rabia, la ira y el placer. ¿Cómo habla esa impotencia en la pelvis? La regla general es mediante la rigidez y la inflamación.
Cuando la pelvis está acorazada, no se mueve o el movimiento es robótico, como si las articulaciones estuvieran cerradas con llave, menguando su función de “bisagra”. Además esa rigidez se expande; encerramos la mandíbula, las manos se agarrotan, el pecho se tensa y la respiración es entrecortada, los hombros son poco expresivos… Podríamos decir que nos vamos “hacia dentro”, nos encogemos. Pero la respuesta física al bloqueo emocional va más allá del músculo: Pelvis rígida, asexual, ano elevado, disfunción eréctil, disfunción sexual femenina, inhibición del placer, dolor pélvico, eyaculación prematura, pólipos en el útero, glúteos dolorosos, lumbalgia, estreñimiento o irritación en la uretra, son algunos ejemplos más.
Ahora te propongo que te observes y entiendas si tu pelvis está “acorazada” o protegida, y qué relación percibes que puede tener con todo lo que eres. Como siempre te digo, observarse no es criticarse, es tomar conciencia de cómo estoy aquí y ahora sin juicios.
LA ACCIÓN
En términos prácticos, la impotencia en la pelvis nos habla de nuestra dificultad para pasar a la acción, manifestar nuestra fuerza guerrera; vivir, concretar nuestras ideas y ejecutarlas; podemos sentir que nuestra acción está condicionada o es rígida. Esa impotencia también puede revelarse, reaccionando con una actitud de defensa, de ataque o de encierro para cubrir su herida, para no volver a ser tocado, ni volver a ser vulnerable, manteniendo esa muralla de defensa alrededor.
En el paso o en la inhibición hacia la acción, tiene mucho que decir el músculo Psoas, ya que es el músculo de la reacción, el que se activa inmediatamente para la huída o el ataque, es decir, que está directamente comunicado con nuestro cerebro más animal (cerebro reptiliano). El “músculo del alma” es un músculo muy profundo y estabilizador del cuerpo, ya que conecta pelvis, piernas y columna vertebral, además de estarlo con el diafragma, a través del cual, con una respiración modulada, podemos gestionar emociones como el miedo y la ansiedad. “El psoas está tan íntimamente involucrado en este tipo de reacciones físicas y emocionales básicas, que un psoas crónicamente tenso enviará continuamente señales de peligro al cuerpo, al tiempo de agotar las glándulas suprarrenales y el sistema inmunológico” dice la autora y terapeuta Liz Koch.
Para liberar y sanar el bloqueo pélvico, necesitamos mucha paciencia y aceptar que debemos soltar amarras. Gracias a la conexión de todo el cuerpo, podemos acercarnos a la pelvis de forma indirecta: soltando y activando la respiración, liberando la zona de tórax y hombros, aflojando mandíbulas, recuperando el espacio real de nuestros pies, por ejemplo. En mi consulta, suelo abordar la pelvis directa e indirectamente. Como siempre digo, cada persona es un caso único y necesita un enfoque exclusivo.
Para eso observaremos cómo es la estructura del cuerpo, donde sentimos los acortamientos y las tensiones, qué emociones y pensamientos limitantes nos corroen, para que todo eso se convierta en pistas para saber cómo soltar, respetándonos.
Puede ser que una tensión lumbar se agudice en momentos en los que tenemos una discusión, o cuando estás sobrepasada de trabajo. También puedes observar, si tras una separación, pérdida o ruptura, tu cuerpo ha cambiado, sientes que te estás protegiendo, insensibilizándote o, por el contrario, siendo mucho más sensible. Observa si hay una conexión entre un hecho, una situación, un torrente de pensamientos y tu experiencia corporal.
Con el post de hoy he preparado un audio para que tomes consciencia de tu pelvis y puedas comenzar a liberar esas tensiones que la bloquean.
Cuéntame qué tal ha ido y si hay algún bloqueo o tensión, puedes consultarme, porque puede ser un buen tema para nuevos audios o vídeos.
Y si te ha gustado, gracias por compartirlo.