En los ochenta causaron furor entre adolescentes como yo, una serie de libros llamados Elige tu propia aventura. Se trataba de historias narradas en segunda persona, donde el lector se convertía en el protagonista del libro, y se le ofrecía la posibilidad de elegir entre distintas opciones sobre las acciones a tomar, determinando así el desenlace de la aventura. Estas lecturas me ayudaron a comprender que las decisiones pueden ser relevantes.
A lo largo de nuestra vida adulta llevamos incorporadas una infinidad de decisiones que oscilan entre lo personal, lo profesional, lo familiar, lo social, etc. Con los años he integrado que, tomando decisiones cojo las riendas de mi vida y, con ello, paso a la acción. Ese es el poder que da elegir.
HAY MOMENTOS EN LOS QUE SENTIMOS CON CLARIDAD CUÁL ES LA ELECCIÓN QUE DEBEMOS TOMAR, PERO ¿QUÉ SUCEDE CUANDO ESTAMOS EN UNA ENCRUCIJADA Y TODAS LAS OPCIONES PRODUCEN VÉRTIGO?
En esos momentos cruciales solemos acabar agotados y con un dolor de cabeza tremendo, porque queremos tomar la decisión ‘correcta’ que suele oscilar entre la opción A y la B, y su listado infinito con lo positivo y negativo de cada alternativa. Si te fijas, estas decisiones suelen ser tomadas desde la personalidad, la razón y el empantamiento mental. Y precisamente el cansancio, el estrés y la ansiedad son los peores campos de cultivo para tomar decisiones.
Así que hoy te propongo que rompamos juntas ese esquema mental, incorporando un ingrediente decisivo para reafirmar tu poder de decidir: tu cuerpo.
1| EMPECEMOS POR EL CUERPO:
Vale, tienes que elegir. Pero ten en cuenta que cuando sientes que lo estás haciendo bajo presión, todo tu cuerpo está activado y preparado para reaccionar, por puro instinto de supervivencia.
Por eso es muy importante buscar un estado de calma y para ello tu cuerpo es la clave. Es hacer el camino a la inversa: para calmar la mente es preciso relajar el cuerpo.
Propuestas:
Obsérvate: ¿dónde sientes la tensión? ¿Qué zona/s de tu cuerpo están gritándote?
Abre: hacer movimientos que liberen la respiración, trabajando la zona de las costillas, el diafragma y la mandíbula, ayudan a liberar la tensión acumulada. Simplemente estírate boca arriba, flexiona las piernas (con los pies apoyados en el suelo), pon un cojín doblado entre los omóplatos y abre los brazos, apoyándolos en la tierra con las palmas de las manos hacia arriba. Y en esa posición, respira profundamente soltando el aire por la boca, aflojando la mandíbula y, si sale, bostezando. Puedes continuar un rato más en esta posición con las piernas estiradas, pero atención a la zona lumbar. No te fuerces.
Mueve: sal, camina, corre, activa tu cuerpo y siéntelo. Sentada en una silla dándole vueltas al coco, es difícil que mejore tu estado de ánimo. Recuerda que estamos hechas para movernos y si puede ser en un espacio amplio donde puedas perder la vista en el horizonte, aún mejor.
2| LA OPCIÓN C: ¿PARA QUÉ?
Cuando tu cuerpo está oxigenado y activado, ya puedes plantarte frente a un papel y comenzar con la segunda fase: elegir.
Pero esta vez te invito a que lo hagas bajo esta pregunta-guía: ¿Para qué?
‘Para qué’ tomas la decisión es esencial. Por ejemplo: quieres decidir entre continuar con tu estrategia de negocio actual o cambiarla completamente. Es importante tener un para qué: para innovar, para tener más ganancias, para reestructurar tu tiempo, para dar paso a otras oportunidades… Elige un solo ‘para qué’, ya que esa va a ser tu guía al enumerar los pros y los contras de cada una de las opciones entre las que vas a elegir.
Y muy importante: ese ‘para qué’ debería venir acompañado de sensaciones físicas placenteras. Incluso cuando la situación es muy dura, es importante que vayamos hacia lo que nos aporta más paz.
3| EL TEST:
Si tienes dudas con las respuestas, toma por costumbre escuchar a tu cuerpo antes de tomar la decisión. Recuerda tu inteligencia corporal. Siente de nuevo si eso te acerca o aleja de tu paz interior.
4| LA ACCIÓN:
Pasa a la acción, aunque sea con un pequeño gesto al principio. Porque lo que realmente cuenta es lo que haces y no lo que tienes intención de hacer.
Ya sabes: no te olvides de que tienes un cuerpo maravilloso e incondicional, que te apoya en todo momento.
Pero algo fundamental, que deseo transmitirte: no hay decisiones buenas o malas, correctas o incorrectas. Vivimos en un mundo en el que está desprestigiado el error. Estamos rodeadas de ‘deberías’ por todos lados, presiones sociales, culturales y sobretodo dentro de un sistema (la matrix) que nos llega a colapsar.
Así que, incluso dentro del drama, relativízalo, sal y míralo desde fuera, porque tu vida es un auténtico regalo. Nos hemos habituado a ir entre el todo o nada, lo sano o insano. Pero recuerda que la gama de grises y de alternativas sí existe, y que no hace falta irnos a los extremos.
PORQUE NO NOS AFECTA LO QUE SUCEDE, SINO LO QUE HACEMOS CON LO QUE NOS SUCEDE. Y ES QUE EN LA VIDA NO HAY ÉXITO SIN APRENDIZAJE.
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CUÉNTAME, ¿CÓMO TOMAS TUS DECISIONES?
ESCRÍBEME MÁS ABAJO EN LOS COMENTARIOS CÓMO TE HABLA TU CUERPO.
RECUERDA, ÉL NO MIENTE.