En el post de hoy te hablo de la diferecia entre estrés y tensión, que no sólo la relajación importa y de tus cuatro patas… ¡Sí! Las cuatro patas de tu Centauro 😉
Te dejo también un audio del texto, son 11’ por si prefieres escucharlo.
No te dejes los ‘extras’ al final del post.
Así que si lo prefieres, sigue leyendo. ¿Empezamos?
¿CÓMO DIFERENCIAR TENSIÓN DE ESTRÉS?
LAS CUATRO PATAS DE TU BIENESTAR
Algo que acostumbro a preguntar al final de una consulta o de un taller es ¿Qué te llevas de la sesión? Es una forma de concluir para que cada persona acabe de integrar lo que ha experimentado y se lo lleve ‘puesto’ a casa.
Hace unos días, al finalizar un encuentro, una persona me dijo ‘me llevo relajación y quiero que dure’, a lo que respondí ‘De acuerdo, entonces ¿Cómo actúas en tu día a día para que eso suceda?’. Es una pregunta que puede sorprender, ya que solemos poner casi siempre el origen de nuestra tensión fuera, en lo externo, ya sea en la familia, el trabajo, el gobierno o culpando al cuerpo. ¿No lo has pensado?
CON EL POST DE HOY PRETENDO ACLARAR ALGUNOS CONCEPTOS Y EXPLICARTE POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE NO TODO SEA RELAJARSE.
Para vivir en un estado de equilibrio, o lo que nuestro organismo entiende por homeostasis, es importante tener en cuenta nuestros pilares vitales, de los que te hablaré aquí.
PRIMOS PERO NO HERMANOS: TENSIÓN VS ESTRÉS
Solemos utilizar la ‘coletilla’ del estrés para todo tipo de situaciones, y apenas aclara nada. Coloquialmente, se confunde el estrés con situaciones como la ansiedad, el nerviosismo de las prisas para realizar una tarea o la irritación ante las bandadas de gente en Ikea… Todo es estrés.
Así que aclaremos: La tensión es la puesta en marcha de una actitud expectante y vigilante frente a situaciones del mundo externo (familia, sociedad, entorno) que nos inquietan, pero no son peligrosas.
Aparece de manera casi instantánea y esto (entre otras cosas) la diferencia del estrés. Un ejemplo: ¿Recuerdas cuando de niña te preparabas para una carrera? Ese ¡Preparados! ¡Listos! ¡Ya! Es el preludio que nos pone en tensión, para actuar.
La tensión carece de la potencia y poder para enfermarnos verdaderamente, aun cuando podemos observar sus efectos en el cuerpo. Notamos transpiración, sequedad bucal, aceleración del pulso o, por el contrario, aparece un pulso lento, tal vez con una sensación de estar a punto del desmayo, o sensación de retortijones en los intestinos.
LA TENSIÓN ES UNA ACTITUD DE ALERTA, DE CARÁCTER INMEDIATO Y RÁPIDO… Y QUE NO PERDURA, SINO QUE PASA.
En cambio, el estrés tiene mucho más que ver con una reacción de alarma que ‘suena’ cuando un organismo se ve amenazado por algún desequilibrio, ya que hay una reacción de esfuerzo interno para adaptarse.
El estrés es la reacción de esfuerzo sostenido que realiza nuestro organismo cuando se encuentra en riesgo de perder su estabilidad. Por ejemplo: un bombero durante un incendio, un médico mientras asiste en la sala de urgencias, y ni mencionar el trabajo contra reloj o la sobrecarga de responsabilidades en lo profesional y personal (el maldito papel de superwoman y superman).
EL ESTRÉS SE REFIERE EXCLUSIVAMENTE A LA REACCIÓN QUE PONE EN MARCHA EL ORGANISMO FRENTE A UNA SITUACIÓN DE EMERGENCIA, Y NO AL SUCESO QUE LA PROVOCA. ES EL CONJUNTO DE CAMBIOS FÍSICOS QUE SUCEDEN EN NUESTRO ORGANISMO FRENTE A CUALQUIER AMENAZA.
Aquí van algunos síntomas y signos físicos:
Tensión muscular, por lo general en zonas como los hombros, brazos, mandíbula, cuello, etc. E incluso contractura muscular localizada.
Síntomas de cansancio físico generalizado.
Cefaleas, jaquecas, náuseas, vómitos, intolerancia a la luz y a los ruidos…
Trastornos gástricos.
Temblores involuntarios, sobre todo en las extremidades.
Disfunción sexual.
Y algunos síntomas y signos psíquicos:
Nerviosismo, con o sin temblores y con o sin inestabilidad emotiva. Es un estado de irritabilidad, con un exceso de emotividad visible, que aparece en situaciones triviales y con el añadido de cierta agitación e inquietud interior.
Ansiedad, muchas veces con falta de concentración. Es un sentimiento de incomodidad y desazón, con una reacción de inseguridad, inestabilidad e inquietud.
Trastornos de sueño, bajo forma de insomnio.
Sobresalto o alarma, como estado de ánimo persistente.
Malhumor o irritación, como estado de ánimo constante.
¿CÓMO PUEDO DETECTAR QUE ESTOY EN UNA FASE AVANZADA DE ESTRÉS?
Personalmente he comprobado que el gran factor es EL TIEMPO, es decir, cuánto tiempo llevamos sintiendo los mismos síntomas. ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años? Y aún más, ¿Cuánto tiempo repetimos los mismos pensamientos que nos mantienen alerta?
La gran diferencia del ser humano respecto al resto de animales es el uso de su cerebro, y en este caso, el problema es que cada vez que evocamos un suceso estresante, gracias al poder de nuestra imaginación, revivimos el acontecimiento con toda su crudeza y ponemos en marcha todas las respuestas nerviosas, metabólicas y endocrinas implicadas; como si se tratara de una situación real.
NO TODO ES RELAJARSE: LA METÁFORA DEL CENTAURO
¿Cómo gestionar mejor a ese Troll? -Suelo llamar así al estrés 😉
Te voy a poner el ejemplo del Centauro, un ser mitológico que tenía un poder casi invencible en sus patas; cuando se afirmaba en ellas, era imposible derrotarlo. Necesitamos reforzar las cuatro patas de nuestro Centauro personal, y estas son:
Una pata es nuestra actividad laboral, nuestro empleo y ocupación. Sentir que lo que hacemos tiene sentido, utilidad y propósito (sin grandilocuencias). Valorar lo que hacemos y cómo lo hacemos.
Otra pata es nuestro mundo afectivo: el amor hacia una misma, el núcleo familiar, las buenas amistades, lo lazos sociales que construimos, las vínculos afectivos con nuestro pasado y la propia historia.
Otra pata es nuestro cuerpo, que comprende el organismo, la actividad física y la alimentación.
La cuarta pata es nuestra parte espiritual o artística: películas, teatro, danza, literatura, arte, conferencias, hobbies; todo lo que nos conmueve y alimenta el Alma.
Cuando abordamos en consulta la gestión del estrés o de cualquier bloqueo relacionado, no vamos a buscar únicamente un estado de relajación. Para reencontrar un estado de equilibrio, es importante trabajar con cada persona, de forma particular, qué aspectos (o patas) necesita reforzar.
Y sí, el cuerpo es la puerta de entrada para detectar los signos y señales, y para calmar a nuestra mente. Por eso la primera fase es empezar por sentir (la persona está sumergida en lo que piensa/emociones y es prioritario que salga de ahí). Reforzamos sensaciones como la seguridad, la fuerza, la flexibilidad, la plenitud y la vitalidad a través del movimiento lento y profundo de los pies, la pelvis, la columna o el diafragma. Estamos acostumbrados a los movimientos amplios, pero sin prestar realmente atención a lo que sentimos, por eso hablo de un movimiento desprogramador y de inteligencia corporal.
PERO NO PODEMOS QUEDARNOS EN EL CUERPO: TODA LA PERSONA, TODA SU VIDA, ESTÁ IMPLICADA EN SU BIENESTAR Y AQUÍ ES DONDE TAMBIÉN ES IMPORTANTE PRESTARLE ATENCIÓN AL RESTO DE ‘PATAS’ DEL CENTAURO.
Integrar cambios y variaciones en el día a día, desde la forma de mirarte, de mirar a los demás, de hablarte, de hablar a los otros, de alimentarte (no he dicho comer)… Todo influye y por ello, todo hay que revisarlo, y quizás, ajustarlo.
Así que, con todo esto, hoy te invito a que evalúes cómo te sientes y cómo es el estado de tu Centauro, y quizás te apetezca contarme qué has descubierto.
Y si sientes que lo que te cuento te resuena y quieres ir a fondo, dale una ojeada a este nuevo programa de acompañamiento que estoy a punto de lanzar.
Muchas gracias por estar del otro lado y nos leemos en breve.
Un gran abrazo,
Míriam
Fuentes/Bibliografía:
‘Emociones que curan, emociones que enferman’ Dr. Arturo Eduardo Agüero Ed. Del Nuevo Extremo
‘El mono estresado’ Dr. José Enrique Campillo Álvarez Ed.Crítica
Un vídeo recomendable: Programa ‘Redes: La receta para el estrés’
Para escuchar y mover: Mis podcasts con movimientos de desprogramación 😉